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Aunque las palabras “estética gamer” produzcan rechazo o cierta dentera entre algunos usuarios, la realidad es que esta es una cultura longeva de la que no deberíamos sentir la menor vergüenza. La master race se remonta a la ambición de los primeros Sinclair ZX Spectrum y Amstrad CPC 464, las primeras gráficas dedicadas —sin olvidar la primera SoundBlaster — y chips como los 386 y 486 de Intel. Y hablamos de los años 90: ‘Doom’ aún ni siquiera era un proyecto.

Tras los leds de colores conviven soluciones tecnológicas que justifican muchas de estas decisiones estéticas. Dicho de otra forma: si una torre cuenta con ventana de cristal templado, iluminación RGB y chasis extra grande es por algo. Veamos hasta qué punto ese “algo” es importante, estudiando y entendiendo sus raíces conceptuales.

¿De dónde viene la estética gamer?

¿Qué tienen en común ‘Johnny Mnemonic’ (Robert Longo, 1995), ‘Virtuosity’ (Brett Leonard, 1995) o ‘Nirvana’ (Gabriele Salvatores, 1997)? Las tres son películas de estética extraña, llenas de neón ochentero y un sentido de la monumentalidad —esas megaestructuras casi brutalistas— herencia de otros grandes clásicos como ‘Tron’. Todas ellas beben de los escenarios vectorizados de juegos como ‘Space Invaders’, ‘Battlezone’ o ‘Tempest’.

Estética gamer

Aquí está el germen de la estética gamer. El constante efecto pasillo de shooters como ‘Doom’, ‘Quake’ o el mítico ‘Perfect Dark’. Los colores saturados de juegos donde su paleta se reducía a 32 gradaciones y el amor por la tecnología. Los 90 también fueron década de revoluciones, con las primeras tarjetas 3D, el chip gráfico Voodoo y la llegada de juegos nativos a Windows 95.

Con el tiempo, superproducciones como ‘Matrix’ o ‘Sucker Punch’ u ‘Origen’ adaptarían a su manera este lenguaje, este ornamento que ha pasado de mostrar torres beis a escenificar universos multicolor de conexión permanente. Del fósforo verde a las matrices púrpura, y de los monitores de plástico gris a 640 x 480p a los escritorios multimonitor con resolución 4K. No en vano, ‘Matrix’ debutó el mismo año que fue presentada la primera Nvidia GeForce.

La idea sigue siendo la misma: jugar mejor, jugar más rápido, máxima optimización. Una filosofía que evoca biomímesis y perfección, que trae de vuelta el logo del fabricante en grande —un orgullo propio de los coches de competición— y líneas duras propias de un superdeportivo. Un sentido de escudería y velocidad punta que recuerda a la Fórmula 1.

Que no le extrañe a nadie: al fin y al cabo, el tuning de coches y de PCs comparten origen, unos en concentraciones y otros en ferias y LAN parties. En resumen, los diseños de vanguardia y el uso de materiales inusuales no dejan de ser rasgos de identidad que esperan salirse de lo ya conocido.

Algo más que neones y colores chillones

Estética gamer

La pregunta que viene ahora es ¿y de verdad hacen falta torres tan ostentosas? Es probable, de igual forma que un tractor agrícola no monta ruedas gigantes por placer, sino por necesidad.

Los PC gamer heredan su filosofía del modding. Es decir, la clave está en sus componentes. Y los equipos modulares necesitan más espacio para montar el mejor procesador, placa base, gráfica, RAM, disco duro, fuente de alimentación y ventilación. Por esta razón, los nuevos OMEN de 25 y 30 litros de capacidad cuentan con espacio extra: los componentes más punteros necesitan estar refrigerados y bien protegidos.

Un diseño que tampoco deja de lado la faceta estética. Estas torres presentan hasta seis zonas de iluminación RGB, desde el logotipo de OMEN, luciendo orgulloso, hasta el refrigerador o la gráfica, para revelar que todo marcha bien. OMEN, de hecho, dejó atrás su logo original de máscara tribal, para simplificarlo siguiendo las tendencias actuales bajo un afilado diamante. En todo caso, se trata de una herencia de su antiguo fabricante, Voodoo, firma propiedad de HP y una declaración de intenciones en cuanto a enfoque: los gamers del nuevo siglo prefieren símbolos más perfilados y estilizados.

En este aspecto, OMEN ha dejado atrás el rojo y negro para apelar a una paleta más dinámica, a tonos pastel basados en rosa, rojo y naranja, a blancos níveos e iluminación sobria que haga brillar los mejores componentes.

La ventana lateral

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Eso sí, que nadie piense que esta es una moda joven. Las window case o ventanas para PC se remontan a finales de los 90, cuando los expertos en modding comenzaron a sustituir paneles de aluminio por materiales más «exóticos» como madera, cristal o polimetilmetacrilato, aunque no fue hasta la última década cuando se asentaron como alternativa a las torres tradicionales.

Uno de los fallos más comunes en cualquier PC viene dado por la fuente de alimentación. Lo que pocas veces se explica es que este fallo se produce por un sobrecalentamiento que deriva en error fatal. Un error precedido por un ventilador obstruido, lleno de pelusas.

Ver lo que hay dentro es importante para conocer el estado de salud de los componentes de un un vistazo rápido, como una radiografía. Frente al hermetismo y opacidad de otros equipos, OMEN apuesta por una ventana lateral que permite acceder a todos sus componentes. Un panel que viene recubierto con protector de interferencias electromagnéticas (EMI) y que también facilita su acceso a la limpieza.

¿La refrigeración líquida es de flipados?

La salud del PC no es tanto una cuestión de luces, sino de diseño estratégico. Y la refrigeración es capital para mantener protegido el sistema. Por esta razón, los nuevos OMEN de 25 y 30 litros llevan en su base unas patas de goma de 15 mm de altura, facilitando el flujo de aire de entrada y salida. Esta base de dos pilares con altura ajustable, también cuenta con iluminación personalizable.

Estética gamer

En cuanto a la refrigeración, muchos equipos gaming eliminan el exceso de temperatura con contundentes disipadores que conducen el aire caliente fuera del interior del PC. En otros caso, se utiliza un atractivo sistema de refrigeración líquida que no requiere un caudal de aire y, por tanto, permite más espacio para instalar otros componentes.

El color del depósito, sencilla y llanamente, es necesario para reconocer el líquido en caso de derrame. Este se colorea con la misma intención que se le añade un aditivo al gas butano: una medida de seguridad para detectarlo en caso de fuga.

Desde OMEN, conscientes de que el usuario es quien decide, han desarrollado una alianza con Cooler Master para que, elijamos el componente que elijamos, lo hagamos siempre al lado de las marcas más reconocidas. Si preferimos ventiladores, podemos montar dos, uno frontal y el principal de 92 mm. Si optamos por la mejor refrigeración líquida, el equipo vendrá montado con un sistema de 120 mm para la CPU y una PSU Cooler Master 80 PLUS de platino de 750W.

Teclado RGB y ratón

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Vamos ahora con el componente más controvertido: ¿es necesario un teclado retroiluminado para jugar? Si alguna vez has pasado más de dos horas frente a un MMO conocerás la respuesta. La iluminación sirve tanto para marcar dónde están las teclas como para ambientar largas sesiones de competición nocturna.

Pero un teclado gamer es mucho más que sus luces. Si nos fijamos en el el teclado OMEN Sequencer, vemos que además de personalización sus conmutadores ópticomecánicos cuentan con cero retardo de entrada, lo que permite un tiempo de respuesta de 0,2 milisegundos —diez veces más rápido que un conmutador mecánico tradicional—. Estas mejoras son fundamentales incluso cuando utilizamos este teclado fuera del gaming.

Ventajas como el puerto USB incorporado o la barra de volumen aporta usabilidad más allá de su uso. Y las teclas macro son clave en el juego online. Teclas que podemos crear y asignar al vuelo desde el Omen Command Center. Es una completa suite de control que monitoriza las constantes vitales del sistema, desde la que podemos visualizar el tablero de rendimiento, modificar los RPM de los ventiladores, aplicar overclocking inteligente, optimizar la red priorizando el tráfico o administrar actualizaciones automáticas.

Funciones de juego a distancia, perfiles personalizados para cada juego, sistema de coaching para monitorizar nuestro rendimiento y poder mejorar o incluso recompensas de comunidad por mejorar objetivos y aspirar a lo más alto del gaming profesional. Estas son funciones que podemos aprovechar del Omen Command Center. A día de hoy no existe una aplicación más completa para la gestión del sistema, algo que entronca con la filosofía del control total para el usuario.

Más pantallas, más horizonte de visión

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Un buen setup con ambiente gaming no está completo sin uno o varios monitores conectados. Los perfiles de trabajo optan por una pantalla de escritorio más un notebook de soporte. La realidad es que, a más pantallas, garantizamos un juego más fluido.

Juegos como ‘Assassin’s Creed Odyssey’ cuentan con ventajas de configuración para sacar el máximo partido a un escenario más amplio. NBA2K permite mostrar casi toda la cancha. Y en shooters como ‘Doom Eternal’ ganamos espacio a los lados para interpretar mejor y reconocer a los enemigos que nos vienen desde los laterales. No se trata de montar monitores sin sentido, sino de convertirlos en ventanas para disfrutar y jugar de forma más eficaz.

Por supuesto, no sirve cualquier monitor. Necesitaremos un panel que cumpla con las mejores funciones en tasa de refresco, además de compatibilidad con G-sync para lograr una frecuencia adaptativa y no comprometer el rendimiento en ningún momento, algo que el OMEN 27i lleva por bandera. Este monitor IPS con tiempo de respuesta de 1 milisegundo cuenta con resolución QHD y un perfil de color DCI-P3 98%, una gama de colores un 25% más amplia que los perfiles RGBs.

Estética gamer

Con una velocidad de inmersión de 165 Hz, este es un monitor pensado para jugadores que aprovechan al máximo funcionalidades como las distintas retículas creadas para utilizar nuestra puntería en shooters, que aporta una altura ajustable gracias a su doble pilar, que suma cuatro puertos de fácil acceso a los que ya tengamos en el PC y que da prioridad total a la nitidez de imagen, con un brillo de 350 nits y resolución 2K.

De la estética gamer se ha dicho mucho. Que es un tanto barroca, demasiado agresiva y alienígena. Pero tengamos en cuenta que, aunque The Verge calificaba esta estética como “fea”, los equipos gaming actuales distan bastante de los que vimos a finales de los 90 y comienzos de la pasada década. Solo hace falta echar un ojo a las imágenes que acompañan este artículo. La estética gamer ha sabido adaptarse a distintas modas y tendencias para formular modelos actuales mucho más sobrios, prácticos y coherentes.